Las ciudades tienen que tener iconos. Bibliotecas, hospitales, museos. Dentro de 100 años, la gente los verá y dirá: «¿Qué es eso?». Y pensará: es arte.
Frank Owen Gehry
Abandoibarra antes del Guggenheim:
El museo Guggenheim está en el barrio bilbaíno de Abandoibarra, junto a la ría del Nervión. Este lugar era una importante zona industrial. Como consecuencia de la crisis industrial causada por la crisis del petróleo de 1973, las grandes fábricas, especialmente los astilleros, fueron parando su actividad.
La zona fue deteriorándose debido al abandono. Además los años finales de 1970 y primeros de 1980 fueron especialmente malos en el norte de España debido a la reconversión industrial que generó mucho paro y a la llegada de la heroína. Todos estos problemas se vieron reflejados en las ciudades y en sus antiguos núcleos industriales abandonados, que se convirtieron en zonas problemáticas y de exclusión.
La zona de Abandoibarra continuó teniendo problemas hasta que a principios de la década de 1990 el Gobierno Vasco comenzó un plan de revitalización de la zona.
El Museo:
La Fundación Guggenheim y el Gobierno Vasco decidieron en 1991 el lugar en el que iría el museo. Las obras terminaron en 1997 y en octubre de ese se abrió al público.
El museo tiene una superficie de 24.000 m2 (10.540 para exposición repartidos en 19 salas). El arquitecto canadiense Frank Gehry se inspiró en el pasado del enclave y realizó un museo cuya forma recuerda a la de un barco, rindiendo así homenaje a los desaparecidos astilleros. Su forma convierte al museo en una escultura en sí mismo, por lo que a la vez es y contiene arte.
Además de su diseño, otra cosa que llama la atención es el recubrimiento de placas de titanio y de caliza del pueblo del Huéscar (Granada). Estos materiales cambian de color con el impacto del sol, haciendo que el museo vaya cambiando a lo largo del día.
Al contrario de lo que muchos piensan al ver el exterior, el interior es muy luminoso. También tiene salas y espacios de gran altura, lo que posibilita la exposición de obras de grandes dimensiones.
En la plaza que hay en la entrada es posible ver de forma gratuita numeras obras de la colección del museo, entre las que destacan Mamá de Louise Bourgeois, Tulipanes y Puppy de Jeff Koons, Fuente de fuego de Yves Klein y Arcos rojos de Daniel Buren, entre otras.
El “efecto Guggenheim”:
Gracias al Guggenheim la zona se revalorizó y comenzó su regeneración. Hoy Abandoibarra es una de las zonas más visitadas y con más vida de Bilbao. En el barrio se pueden encontrar edificios de arquitectos estrella como Rafael Moneo, Arata Isozaki, Santiago Calatrava, Álvaro Siza, Carlos Ferrater y Dolores Palacios. Muchos de estos arquitectos han sido ganadores del Premio Pritzker. Esto se llamó “El efecto Guggenheim”.
Debido a la fama, los turistas (más de un millón de visitantes al año) y a los efectos que el museo provocó en la zona, durante los años de la burbuja inmobiliaria (desde finales del siglo XX hasta 2007), todas las ciudades querían tener su propio “Guggenheim”. Para ello, desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños, contrataron a muchos arquitectos famosos e hicieron grandes edificios. No todos obtuvieron los resultados y muchos pueblos y ciudades quedaron endeudados cuando estalló la burbuja.
Para saber más…
Si se quiere aprender más sobre el Museo Guggenheim de Bilbao, se recomienda visitar su web (https://www.guggenheim-bilbao.eus/) en la que podemos conocer los horarios, tarifas, la colección, su historia, hacer reservas y muchas cosas más.
Para saber más sobre el “Efecto Guggenheim” se recomienda la lectura del libro El efecto Guggenheim. Del espacio basura al ornamento de Iñaki Esteban (más información en la página de la editorial Anagrama).
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